lunes, 11 de mayo de 2015

MODELOS, METÁFORAS E ÍDOLOS (Fragmento de "La Nueva Inquisición", por Robert Anton Wilson)

MODELOS, METÁFORAS
 E ÍDOLOS

(Con comentarios sobre la psicología primate y la mecánica cuántica)



 Fragmento de "La Nueva Inquisición", por Robert Anton Wilson, 1986

Traducción: Mazzu



Lo desconocido involucra peligro, inquietud y zozobra; aplícase el instinto primordialmente a eliminar estos estados penosos. Primer principio: cualquier explicación es preferible a ninguna explicación...
El impulso causal está, pues, determinado y excitado por el temor. El “¿por qué?” debe dar en lo posible no la causa por la causa misma, sino determinado tipo de causa: una causa que tranquilice, redima, alivie.
Nietzsche, El Ocaso de los Ídolos


Una rosa con cualquier otro nombre
Nunca, nunca olería igual
Y astuta es la nariz que sabe
Que una cebolla ha sido llamada rosa
Wendell Johnson, Your Most Enchanted Listener


Si ves un cerdo con dos cabezas, mantén tu boca cerrada
Proverbio irlandés




INTRODUCCIÓN


Este libro habla de una Nueva Inquisición, un Nuevo Ídolo, y un Nuevo Agnosticismo.

Por Nueva Inquisición me refiero a ciertos hábitos de represión e intimidación que se están volviendo un lugar cada vez más común en la comunidad científica de hoy en día. Por Nuevo Ídolo me refiero a las creencias rígidas que forman la superestructura ideológica de la Nueva Inquisición. Por Nuevo Agnosticismo me refiero a una actitud mental que en todos lados ha sido llamada “agnosticismo modelo” y que aplica los principios agnósticos no solamente al concepto de “Dios” sino también a ideas de todo tipo en todas las áreas del pensamiento y la ideología.

El principio agnóstico rechaza la creencia total o la negación total y considera a los modelos como herramientas a ser utilizadas sólo y siempre que sean apropiadas, y reemplazados (por otros modelos) sólo y siempre que no sean apropiados. No supone que ciertos modelos, o tipos de modelos, sean más “profundos” que otros, sino que simplemente pregunta si un modelo sirve o no a aquellos que lo utilizan. El principio agnóstico es comprendido aquí en un amplio sentido “humanístico” o “existencial”, y no pretende ser estrictamente técnico o filosófico.

Este libro es deliberadamente polémico porque creo que los modelos, como herramientas, deben ser probados en ese tipo de combate que Nietzsche metafóricamente llamó “guerra” y Marx llamó lucha dialéctica. Es deliberadamente chocante porque no quiero que sus ideas parezcan menos rigurosas o sorprendentes de lo que son.

Parte de lo que digo aquí puede parecer contradecir y repudiar ideas sostenidas en algunas de mis obras anteriores. Pero en efecto, no es así. Todavía estoy a favor de una sociedad altamente tecnológica en vez de una más primitiva; todavía me rehúso a unirme a aquellos que exaltan la edad media (que yo contemplo como una época de locura y superstición); todavía abogo por la colonización espacial, la investigación de la longevidad y otras metas que parecen faustianas (o algo peor) para aquellos laudatores temporis acti como Theodore Rossack y los ecologistas pop. Sobre todo, todavía pienso que la clase dirigente científica que es satirizada en esta obra no es en absoluto tan nefasta como la clase dirigente de varias religiones, especialmente la del cristianismo y el Islam. Al criticar lo que llamo Materialismo Fundamentalista – un término que acuñé hace más de diez años, y utilicé en muchos artículos y en algunos libros -, me estoy oponiendo al fundamentalismo, no al materialismo. (Este punto será aclarado conforme avancemos).

Algunos términos que serán poco familiares para ciertos lectores son utilizados con frecuencia en este libro. Aquí están brevemente definidos, y serán mejor explicados, por contexto y ejemplos, a medida que el argumento se desarrolle.

REALIDAD ÉMICA: el campo unificado conformado por pensamientos, sentimientos, e impresiones sensoriales aparentes que organiza nuestra experiencia rudimentaria en patrones significativos; el paradigma o modelo que las personas crean al hablar unas con otras, o al comunicarse mediante cualquier tipo de simbolismo; la cultura de un tiempo y espacio; el entorno semántico. Cada realidad émica tiene su propia estructura, estructura que impone sobre la experiencia cruda.

REALIDAD ÉTICA: la realidad hipotética que no ha sido filtrada a través de la realidad émica de un sistema nervioso humano o de su red lingüística. Si tienen algo que aportar sobre la realidad ética sin utilizar palabras o cualquier otro símbolo, por favor, envíen una descripción completa al autor inmediatamente.

Información: tal como se utiliza en la teoría matemática de la información, denota la cantidad de imprevisibilidad en un mensaje; la información es, en términos generales, lo que uno no espera escuchar. En este sentido, la información puede ser “verdadera” o “falsa”, pero siempre es una pequeña sorpresa. La resistencia a la información nueva mide el grado de fundamentalismo en una cultura, subcultura o en un individuo.

Neurosemántica: el estudio de la influencia del simbolismo sobre el sistema nervioso humano; la manera en que la realidad-túnel local programa nuestros pensamientos, sentimientos e impresiones sensoriales aparentes.

RELIDAD-LABERINTO: la existencia considerada como un test de inteligencia de multiple-choice; la suma total de realidades-túneles disponibles para cualquier humano con mente abierta o no-fundamentalista en cualquier época y lugar dados.

realidad-TÚNEL: una realidad émica establecida por un sistema de codificación o una estructura de metáforas transmitida a través del lenguaje, el arte, las matemáticas y otros símbolos.

Sinergia: aquellos comportamientos de los sistemas que no pueden ser predichos mediante el análisis de sus partes o subsistemas. Un término popularizado por Buckminster Fuller y aproximadamente equivalente al holismo. Consulte Gestalt en la psicología y la transacción a continuación.

Transacción: se utiliza aquí en el sentido de la Psicología Transaccional, que sostiene que la percepción no es una re-acción pasiva, sino una trans-acción activa, creativa, donde el “observador” y lo “observado” deberían ser considerados como un todo sinérgico.


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- I


El difunto R. Buckminster Fuller (arquitecto, ingeniero, poeta, matemático y un fastidioso) solía sorprender a su público durante sus conferencias señalando casualmente que todo lo que vemos está dentro de nuestra cabeza. Si la consternación de la audiencia se hacía oír, Fuller se detenía y explicaba, por medio de un dibujo en la pizarra, el diagrama de óptica que podemos encontrar en cualquier curso de física elemental de primer año:



La flecha hacia arriba a la izquierda del lector es un “objeto” o, en términos más precisos, un evento en el espacio-tiempo. Los rayos de luz provenientes de este nodo existencial o cúmulo de energía viajan a las lentes de los ojos que, al igual que todas las lentes, los invierten, y luego la retina registra la “imagen” invertida. No vemos las cosas al revés porque la retina es parte del sistema sinérgico ojo-cerebro, y antes de que tengamos conciencia del nodo de energía, el cerebro ya ha interpretado y editado la señal en su sistema de clasificación, que incluye girar la imagen para que coincida con el sistema geométrico de coordenadas común utilizado por el cerebro para “archivar” la información.

Algunos piensan que lo entienden la primera vez que les es explicado. Otros, cerca de la centésima vez que les es explicado de repente exclaman “¡Eureka!” y piensan que al fin realmente lo han entendido. En mi experiencia en seminarios en esta área, nadie entiende el significado completo de esto hasta que se realizan algunos experimentos que lo transforman en una experiencia vivida. He aquí un experimento que imploro al lector que repita de inmediato:

Pídale cooperación a un amigo y luego obtenga un periódico que usted no haya leído. Siéntese en una silla y pídale a su amigo que sostenga el diario de modo que usted sea capaz de leer los titulares de la primera página y luego hágalo caminar lentamente hacia atrás en la habitación hasta que los titulares se hagan difusos. Entonces pídale que lea un titular en voz alta sosteniendo el periódico en la misma posición. Usted entonces “verá” claramente el titular.

Repito: leer acerca de una demostración como esta no hace que el principio sea comprendido de manera tan clara y profunda como la realización del experimento.

Aristóteles, sin conocer las leyes de la óptica moderna, comprendió este principio general lo suficiente como para decir que “veo” es una expresión incorrecta que en realidad  debería ser “he visto”. Siempre hay un tiempo, aunque fugaz, entre el impacto de una señal en los ojos y la “percepción” o “imagen” en nuestro cerebro. En ese intervalo, el cerebro le impone forma, significado, color y muchas otras características a la imagen.

Lo que es cierto es cierto para los ojos, lo es para los oídos y los otros sentidos.

En vista de ello, una vez remarcado, parece que no hay escape del agnosticismo parcial – es decir, el reconocimiento de que todas las ideas son en alguna manera conjeturas e inferencias. Aristóteles eludió esta conclusión y, hasta hace poco, la mayoría de los filósofos y científicos han hecho lo mismo, insistiendo, asumiendo, o con la esperanza de que haya un método mediante el cual la incertidumbre de las percepciones pueda ser trascendida y podamos llegar a la certeza de los principios generales.

Desde Hume - al menos desde Hume - esta Fe ha sido fragmentada gradualmente. Varios filósofos han expresado este colapso de la certeza de diferentes formas, pero en esencia, la posición relativista moderna puede ser expresada simplemente diciendo que no hay manera de derivar conclusiones ciertas desde percepciones inciertas, por la misma razón que no es posible obtener una suma definitiva si todos los números en una cuenta se estiman como “alrededor de un kilo”, “alrededor de medio kilo”, “aproximadamente tres kilos” o “un poco más de tres kilos”. Si la percepción no es absoluta, ninguna deducción basada en la percepción puede ser absoluta. No importa cuán ingeniosamente podamos jugar con las aproximaciones, éstas no se convierten en certezas por arte de magia; en el mejor de los casos, se convierten en aproximaciones más precisas.

Una vez más: consideremos esta conocida ilustración que se encuentra en la mayoría de los libros de psicología general:


Si usted ve la línea de abajo más larga que la de arriba, su cerebro, trabajando con los programas habituales, lo ha engañado. Las formas de V y V invertidas seducen al sistema ojo-cerebro para que vea de manera imprecisa. Usted acaba de tener una alucinación leve.

Los procesos (ópticos y neurológicos) por medio de los cuales los “milagros” y los “OVNIs” son creados y mediante los cuales usted “crea” una silla en la misma habitación donde se encuentra en este momento, son fundamentalmente similares a lo que acaba de suceder cuando usted miró las líneas anteriores. Si usted piensa que la silla es más “objetiva” que un poema de Dylan Thomas o que esas líneas pixeladas, debe probar el costoso experimento de contratar a tres pintores y tres fotógrafos para que hagan un “retrato realista” de la silla. Usted descubrirá que tanto en las fotos como en las pinturas, cada personalidad de cierta forma le asigna un significado o una riqueza al “objeto”.

Ahora, esto no es para respaldar lo que podría llamarse Relativismo Absoluto - la idea de que una generalización es tan buena como otra. Algunas generalizaciones probablemente son mucho más precisas que otras, razón por la que tengo más fe en la silla donde estoy sentado que en la Virgen de Ballinspittle. Pero estas generalizaciones permanecen en el área de la probabilidad. Nunca alcanzarán la certeza sostenida por el Papa, por el Dr. Carl Sagan y por los sacerdotes de otros Ídolos.

“Los” griegos, como decimos, o “los” griegos antiguos – el puñado de griegos cuyas ideas en realidad conocimos en la universidad - eran conscientes de la falibilidad de la percepción, y un ejemplo muy conocido en Atenas durante su época dorada, era el siguiente: tome tres cuencos de agua. Coloque agua caliente en el primero, agua tibia en el segundo y agua fría en el tercero. Coloque su mano derecha en el agua caliente y la izquierda en el agua fría. A continuación, ponga sus dos las manos en el agua tibia. La misma agua parecerá “fría” en la mano derecha y “caliente” en la mano izquierda (repito, realizar el experimento enseña más, en términos neurosemánticos, que la simple lectura).

Sin embargo, los filósofos griegos, o algunos de ellos, creían que había un camino a la certeza. Lo llamaban el sendero de la Razón Pura (RP). El argumento de la RP dice que incluso aunque la información de los sentidos sea falible, tenemos una facultad superior que no es falible y que conoce las verdades a priori. Esta noción se derrumbó en los últimos años por diversas razones, pero sobre todo porque las cosas que los filósofos creyeron saber de esta manera a menudo simplemente se han revelado como falsas. Por ejemplo, incluso durante la época libertaria del librepensamiento en el siglo XVIII, Kant seguía creyendo que la RP “sabía” intuitivamente que la geometría euclidiana era la única y verdadera geometría. Actualmente los matemáticos tienen muchas variedades de geometría no euclidiana, y todas son igualmente válidas (consistentes) y tan útiles como la geometría euclidiana, aunque en diferentes áreas.

En el siglo XIII, Santo Tomás de Aquino pensaba que había encontrado el método infalible para lograr la certeza - una combinación de la RP y la Sagrada Escritura (SE). Todavía se cree en ella países atrasados ​​como Irlanda o Portugal, pero no es un concepto aceptado en las naciones civilizadas, porque la RP misma ha demostrado ser falible, como se señaló, y porque hay muchas variedades de Sagradas Escrituras (budistas, hindúes, taoístas, judías, así como productos modernos cómo el Oahspe y El Libro de Urantia), y no hay pruebas empíricas para determinar cuál de las SE es la SE “real”.

En el siglo XIX, Kierkegaard centró su atención en el período cristiano previo a Santo Tomás de Aquino y sugirió, una vez más, que la forma para liberarnos de la recurrencia perpetua de la incertidumbre es un “salto de fe”. Kierkegaard fue un escritor tan intrincado que cualquier crítica a su obra será denunciada como superficial por sus admiradores, pero en esencia, su argumento es algo similar al de este libro (y similar a Nietzsche): todos los otros métodos de búsqueda de certeza contienen un “salto de fe” escondido, un salto que los devotos convenientemente “olvidan” o pasan por alto. Por lo tanto, Kierkegaard pregunta: ¿por qué no admitir francamente que estamos haciendo un “salto de fe”?

Mi respuesta es que hay una alternativa que a algunos de nosotros nos parece más razonable; es decir, evitar este “salto fe” y mantener una posición agnóstica sobre todos los métodos, aunque dispuestos a aprender de todos ellos con una mente abierta. La justificación para esto es totalmente empírica y sólo probabilística, por supuesto. Los que realizaron este “salto de fe” generalmente parecen un poco tontos después de unas pocas generaciones, o incluso después de unos pocos años.

Queda, por supuesto, el Método Científico (MC), la supuesta fuente de certeza de los que yo llamo Nuevos Idólatras. El MC es una mezcla de IS (información sensorial: por lo general ayudada por instrumentos para refinar los sentidos) con la antigua RP griega. Desafortunadamente, mientras que el MC es efectivamente poderoso y nos parece el mejor método desarrollado por la humanidad, está compuesto por dos elementos falibles - tanto la IS (información sensorial) como la RP (la razón pura) pueden engañarnos. Repito: dos falibilidades no suman una infalibilidad. Las generalizaciones científicas que se prolongan durante mucho tiempo, tienen una probabilidad alta, tal vez la probabilidad más alta de todas las generalizaciones, pero es sólo la idolatría la que sostiene que ninguna de ellas debería ser revisada o rechazada. Muchas generalizaciones han sido revisadas ​​y refutadas solamente en el siglo pasado.

La certeza se apodera de algunas mentes, no porque haya una justificación filosófica para ello, sino porque esas mentes tienen una necesidad emocional de certeza.

Como ejemplo, recorra con la vista la siguiente lista de proposiciones y participe en el juego aristotélico de “uno/u otro” con ellas: marque “verdadero” o “falso” (ya que “tal vez” no está permitido en el estricto juego aristotélico).


Volveremos a estas proposiciones después y encontraremos otras lecciones que se pueden aprender de ellas, pero por ahora alcanza con notar que las preferencias emocionales y las ideas fijas se vuelven perceptibles en algunos casos para casi todos los lectores, incluso cuando (o sobre todo cuando) la evidencia a favor o en contra de las proposiciones es dudosa o controvertida. Es interesante reflexionar que sin dudas otros lectores experimentaron una percepción similar dentro de su propios prejuicios, pero relacionados con elementos totalmente diferentes de la lista (sólo un astrónomo que pasó mucho tiempo en busca del décimo planeta siente un sesgo fuerte en ese ítem, pero un gran porcentaje de las personas casadas sienten un sesgo definido al enfrentarse con el punto 20).

Lo que llamo Ídolos son proyecciones de estas compulsiones interiores de la psicología humana. Cuando un Ídolo “habla” (a través de sus sacerdotes), sólo dice lo que el devoto quiere oír.

Un análisis más técnico de la RP se puede encontrar en libros como Matemáticas: El fin de la Certeza, de Morris Kline, Gödel, Escher, Bach, de Hofstadter, y la sección sobre Gödel en El Mundo de las Matemáticas, de James Roy Newman. En pocas palabras, el análisis es el siguiente:

Cada pensamiento consiste en la manipulación de símbolos de acuerdo con las Reglas del Juego. La combinación de símbolos y reglas (para la manipulación de los símbolos) constituye un sistema. Cuando son diseccionados hasta alcanzar sus núcleos matemático-lógicos, todos los sistemas parecen ser triviales o dudosos. Si son triviales, son exactos, pero no podemos aprender mucho de ellos porque se “refieren” a unos pocos elementos. A medida que el sistema se vuelve menos trivial, y se “refiere” a más y más elementos, una especie de regresión infinita entra en el sistema y se hace cada vez incierto: tenemos que demostrar, por así decirlo, una serie interminable de pasos entre el Paso A y el Paso B antes de seguir al Paso C.

Hay un ejemplo hilarante de esta regresión, de Lewis Carroll, en el libro de Hofstadter antes mencionado. Esta es una analogía simplificada que oí una vez:

“Nunca como animales, ya que son nuestros hermanos” - dijo un estudiante estadounidense de budismo a un roshi (maestro) Zen.

“¿Por qué no debemos comer a nuestros hermanos?” - preguntó el roshi.

El estudiante tenía un sistema simple que se puede abreviar así::

Los animales son nuestros hermanos.
No debemos comer a nuestros hermanos.
Por lo tanto no debemos comer animales.

Una vez que todos los pasos son analizados críticamente, un nuevo argumento comienza; y este argumento, a su vez, puede ser analizado, de manera que se crea la regresión infinita. En “el sentido común" o en el contexto de la probabilidad, muchos desafíos similares parecen absurdos y pueden no tenerse en cuenta, pero cualquier sistema que pretenda certeza debe responder a todas las objeciones. Ya que se necesitaría una cantidad infinita de tiempo, esto aún no se ha hecho y el fundamento de todo sistema lógico-matemático se considera cada vez más como formal - Reglas del Juego - y no como eternas “leyes del pensamiento” como parece ser para los filósofos desde Aristóteles hasta la época de Kant.

Esto se aplica a la estructura de los sistemas de la RP en sí. Cuando combinamos la RP con la IS (información sensorial), aparece otro problema: la falta de fiabilidad de la IS ya discutida. Un tercer problema es que hay muchos sistemas de RP disponibles (es decir, al describir la separación tenemos que elegir entre la geometría euclidiana, la gauss-reimanniana, la lobachevskiana, la fulleriana, el espacio n-dimensional de Hilbert, etc.), y sólo podemos juzgar qué sistema de RP se debe combinar con la IS examinando los resultados de otras IS (por vía experimental), lo que proporciona altas probabilidades, aunque no certezas. Cualquier sistema de RP/IS que haya funcionado en el pasado puede ser reemplazado si una nueva IS no se ajusta al patrón, o si un sistema diferente de RP proporciona una nueva “perspectiva” que parece más útil operacionalmente o en la práctica.

O, como dijo Einstein una vez - citado por Korzybsky en Ciencia y Cordura - : “En tanto las leyes de las matemáticas sean exactas, no se referirán a la realidad; y en tanto se refieran a la realidad, no son exactas”.

En la vida diaria y el “sentido común”, usamos esta precaución agnóstica la mayor parte del tiempo y “esperamos lo inesperado”, “mantenimiento nuestros ojos y oídos abiertos”. Sólo nos apuramos a juzgar cuando estamos presionados para tomar una decisión rápida o cuando nuestros prejuicios están involucrados, como sucede en controversias políticas y religiosas.

Cuando no hay presión existencial para tomar decisiones rápidas, sólo el perjuicio asevera certeza.

Adoptamos el siguiente diagrama del profesor O.R. Bontrager, del Departamento de Psicología de la Universidad de Pennsylvania, y de los principios generales en la antología de Blake, Percepción de la Universidad de Texas, 1952.


La etapa I es un evento energético en el continuo espacio-tiempo, en el sentido einsteiniano. Esto puede ser un proceso subatómico, un caballo que corre en un campo, una película de Laurel y Hardy proyectada en una pantalla, el motor nuclear llamado “el sol” transmitiéndonos luz y calor a través de 149.600.000 kilómetros, o cualquier otro evento posible en el espacio-tiempo. Esto a menudo es llamado Realidad Ética, o realidad no verbal.

La primera flecha representa parte (no toda) de la energía del evento energético original viajando hacia algún órgano perceptor que puede pertenecer a mí, o a usted, o a cualquier otra criatura como nosotros.

La etapa II es la actividad del órgano perceptor después de ser “golpeado” o estimulado por parte de la energía que alcanza dicho órgano. Tengamos en cuenta que la energía total no es absorbida por el órgano, incluso en casos extremos, tales como cuando nos golpeamos con un martillo: no absorbemos toda la energía en el martillo.

Incluso en esta etapa, aunque nada más se requiera para la percepción, estamos tratando con una parte, y no con la totalidad; estaríamos hablando de abstracción, incertidumbre y falibilidad.

La segunda flecha indica parte de lo que sucede después de que el órgano perceptor es estimulado por la energía que fluye hacia nosotros desde el evento en el espacio-tiempo. En esta flecha estamos representando numerosas señales que viajan a varias partes de nuestro organismo.

La etapa III es la reacción orgánica, que puede ser un tanto compleja. Por ejemplo, si el haz de energía es la señal “su madre ha sido violada y asesinada por terroristas”, al menos el estómago, los conductos lagrimales y el corazón estarán involucrados en el procesamiento de la señal, así como los sistemas neurológicos y endocrinos.

Trate de imaginar algunas de las reacciones orgánicas probables, incluyendo la producción de bilis y adrenalina, en aquellos cristianos fundamentalistas lo suficientemente fuertes como para superar todos los obstáculos presentados en las primeras páginas de esta obra; o a una feminista enfrentando la señal: “ninguna mujer ha compuesto una sinfonía de primera categoría” o un marxista escuchando un discurso de Margaret Thatcher; o a un enano leyendo una colección de chistes sobre enanos “realmente” graciosos – para quienes no son enanos; o a un erudito judío tratando de leer objetivamente los escritos de los revisionistas que afirman que el Holocausto nunca sucedió.

Es obvio que junto con la substracción (o abstracción: al recibir una parte y no la totalidad de la energía externa), la percepción también involucra una especie de adición de emociones pre-existentes que son lo que Freud llamó “proyección”.

La flecha siguiente indica la transmisión de todo esto al cerebro. Obviamente, lo que el cerebro recibe ya está coloreado por las sustracciones y adiciones indicadas; pero el cerebro mismo, excepto tal vez en el recién nacido, ya contiene un conjunto de programas o “sistema de archivos” para clasificar dichas señales.

La etapa IV indica la “percepción” como suele ser llamada, la “imagen” o “idea” mental que se produce después de que el cerebro procesa la energía original junto a las adiciones y las sustracciones.

La última flecha bidireccional indica la etapa más sutil y más nefasta de esta programación neurológica, la retroalimentación entre la entrada de energía (con las adiciones y sustracciones) y el sistema de lenguaje (incluyendo lenguajes abstractos y simbólicos como las matemáticas) que cerebro utiliza con frecuencia.

La percepción final en el ser humano siempre es verbal o simbólica y, por lo tanto, codificada en la estructura preexistente de cualquiera sea el idioma o sistema que haya sido enseñado al cerebro. El proceso no es una reacción lineal, sino más bien una transacción sinérgica. Este producto final es una construcción neurosemántica, una especie de metáfora.

Este descubrimiento de que el lenguaje es esencialmente metafórico surgió gradualmente en el siglo XIX inspirado en la famosa máxima de Emerson que dice que hablamos unos a otros a través de “poemas fósiles”. Por lo tanto, querer algo es estar vacío - querer (want) y vacante (vacant) vienen de la misma raíz. Hablar de los deseos como “apetitos”, nos lleva de nuevo la misma metáfora. Incluso “ser” (to be) - la palabra más abstracta de uso común - proviene de una raíz indoeuropea que evidentemente significaba perderse en el bosque. Era lo más abstracto, imagino, que un primate podía sentir; cuando ya no estaba perdido y encontraba a otra gente, él/ella ya no “era” en abstracto, sino que de nuevo se encontraba implicado/a en un estado más complejo, es decir, la existencia social y las Reglas del Juego. Un villano es un individuo sin posesiones (y los marxistas deberían habernos proporcionado muchas más exégesis de los prejuicios clasistas en nuestro idioma). El hombre es el ser humano común, como las feministas insisten en decirnos, debido a los prejuicios de género de nuestro idioma. Una historia humorística de naturaleza sexual es una “broma sucia” porque los ascetas y los puritanos dejaron sus propios programas incorporados a nuestro discurso; pero las palabras sajonas para las funciones corporales son “mucho más sucias” que las palabras normandas debido a la pluralidad de los prejuicios puritanos-económicos-raciales.

Incluso los artículos (theel, la, los, las) son una metáfora - que asumen que el mundo está dividido de la misma manera en que nuestras mentes lo dividen) y parecen haber sido una metáfora bastante hipnótica. En términos de tragedia y sufrimiento humano, piensen en lo que generalizaciones tales como “los judíos” y “los negros” han causado. De manera más sutil, recuerden que “el largo de la vara” parecía ser una frase perfectamente significativa y “objetiva” hasta que Einstein demostró que una vara tiene varios largos (largo1, largo2, y así sucesivamente), dependiendo de su velocidad y también dependiendo de la velocidad relativa del necio que están tratando de medirla.

¿Y qué hay del verbo “ser” en el sentido de identificación aristotélica – como en A es una B? Esto parece muy útil matemáticamente, porque los miembros de un conjunto matemático existen de manera abstracta, es decir, por definición. ¿Pero qué sucede cuando aplicamos este concepto a eventos sensoriales no matemáticos? Considere las siguientes afirmaciones: “esta es una gran obra de arte”, “esto es una tontería sin sentido”, “esto es  comunista”, “esto es sexista”, “esto es fascista”. Para reflejar los principios actualmente aceptables de la neurología, tales declaraciones deberían ser un poco más complicadas, por ejemplo, “esta me parece una gran obra de arte”, “esto me parece una tontería sin sentido”, “esto me parece comunista”, “esto me parece sexista”, “esto me parece fascista”

Por supuesto, si un bastardo pedante como yo realiza esa observación, las personas dirán que las formulaciones anteriores son lo que realmente quisieron decir y que el “es” aristotélico fue utilizado sólo por conveniencia o por brevedad. Pero si observamos a las personas con cuidado, nos daremos cuenta de que el lenguaje en realidad tiene efectos hipnóticos, y que una persona que dijo “esto es sagrado” tratará al evento no verbal como si realmente fuera sagrado, y los que dicen “esto es una mierda” actuarán como si el evento realmente fuera una mierda.

El trabajo de Roger Jones, Physics as Metaphor, intenta extensamente aclarar al lector el elemento transaccional o poético en declaraciones aparentemente factuales tales como

Esta es una tabla de tres metros.

Si la observación del Dr. Jones todavía parece oscura o excesiva, considere la famosa habitación desigual diseñada por el Dr. Albert Ames. Esta idea se discute en el trabajo Perception de Blake, mencionado anteriormente, y con frecuencia se muestra en televisión. Esta habitación está diseñada para que el cerebro, usando sus programas y metáforas comunes, la clasifique como una habitación común. Sin embargo, no es común: las paredes, el techo y el suelo están diseñados con ángulos irregulares que en los seres humanos educados producen ópticamente las mismas señales que una sala “común” (algunas evidencias sugieren que los niños menores de cinco años no son engañados por esta ilusión).

Algo muy interesante e instructivo sucede - algo que puede estar relacionado con la ufología y otros temas “locos” -, si dos hombres de igual estatura entran en la habitación desigual y caminan hacia las paredes opuestas. Lo que el cerebro “ve” es que un hombre “milagrosamente” se hace más grande, volviéndose un gigante virtual, mientras que el otro hombre se “encoge” hasta parecer un enano. El cerebro, habiendo clasificado la sala como algo normal, se aferra obstinadamente a este programa, incluso al costo de tener que clasificar las nuevas señales como eventos casi sobrenaturales.

(Continuará...)