viernes, 20 de junio de 2014

CAMPANADAS A MEDIANOCHE (Fragmento de Cosmic Trigger III, de Robert Anton Wilson)



CAMPANADAS A MEDIANOCHE (Fragmento de Cosmic Trigger III, de Robert Anton Wilson, 1995). RAW habla de la muerte de su amigo Bob Shea, con quien coescribió Illuminatus...
 

¿Cuál es el propósito de las unidades basadas en el carbono?

- Star Trek: The Motion Picture

 

“Amistad” es un estado mental.

- Miller’s Crossing

 

 
Bob Wilson y Bob Shea en Londres, 1977


 


 

En un procedimiento que se había vuelto habitual en el último año, hice mi café tan pronto como llegué a la planta baja (moliendo mis propios granos gourmet: un ritual en honor a Epicuro). Me llevé la taza humeante a la alcoba donde está el teléfono. Marqué el número de la habitación de Bob en el hospital y recité una quintilla indecente para hacerle reír. Pero su voz sonaba más débil que nunca, y tuve de nuevo ese terrible sentimiento, la sensación de no saber qué hacer para ayudar realmente.

 

Hablamos de NYPD Blue, un nuevo programa de televisión que nos gustaba a los dos. Concordábamos en que Sipowicz siempre sacaba las mejores líneas - "Una o dos veces al año me gusta mantener la promesa a un testigo, así recuerdo lo que se siente". "Esto te hará caer los calcetines, John, pero tengo que decírtelo: ocasionalmente no alcanzamos la justicia perfecta en este edificio".

 

"Me siento mejor", dijo Shea, finalmente, casi en un susurro. "Mucho mejor. Pero ahora estoy cansado".

 

"Está bien", le dije. "Te dejaré en paz."

 

"Te amo," dijo de repente.

 

"Yo también te amo", le dije, y colgué. Me quedé allí sentado pensando que en esta sociedad cuesta alrededor de tres décadas y una enfermedad grave para que dos varones heterosexuales puedan decirse "Te amo" el uno al otro... reflexioné sobre eso, y pensé en el optimismo de Shea, porque no quería pensar en lo débil y cansado que sonaba.

 

En retrospectiva, no sé si lo que él quería era vender ese optimismo a su propio cuerpo dolorido - para reconstruir sus defensas inmunológicas con la neuroquímica potente de la esperanza - o si sólo lo había dicho para ahorrarme la preocupación y el dolor, para aliviar mi ansiedad por unas pocas horas.

 

La siguiente vez que llamé a Bob Shea, un mensaje me dijo que había entrado en coma y que no se debían hacer más llamadas telefónicas al hospital. Incluso entonces no creí, no quise creer la verdad. Cuando el mensaje de correo de voz finalmente cambió después de dos o tres días, y decía simplemente que Bob Shea había muerto, entré en shock. Debí haber estado preparado para escuchar la noticia pero, por supuesto, no lo estaba. Yo había tratado de infundir esperanza en Shea y, por contagio, había infundido tanta en mí mismo que había llegado a esperar un milagro.

 

Me quedé sentado en la alcoba con el café como el Coyote cuando acaba de ser golpeado por una roca del tamaño de un elefante, pero todavía no lo sabe y todavía no se da cuenta de que, lógicamente, debe desplomarse. Lentamente colgué el teléfono, todavía incapaz de creer la verdad, todavía en estado de shock. Shea aparentemente había derrotado al Gran Casino (sin nuevos tumores en seis meses); ¿cómo iba a ir a morirse por los efectos secundarios?

 

Los Gremlins de Internet habían anunciado la muerte de uno de los autores de llluminatus! y, ahora, el otro había muerto en su lugar.

 

Miré por la ventana. El sol apenas había aparecido - me levanto temprano, con sólo algunas pinceladas de canela y mandarina coloreando el cielo al este - pero el grupo del desayuno, como yo los llamo, ya había llegado a mi patio. Pinzones, mirlos y gorriones saltaban y aleteaban, picoteando en mi comedero para aves. Dos arrendajos matones de Santa Cruz aparecieron, asustaron a todos los demás, y hundieron sus picos en el alimentador vigorosamente. Una torcaza hizo su habitual sonido de duelo en un árbol, como si no creyera que las cosas pudieran ser cada vez menos deprimentes, y un coche pasó invisible por detrás de la pared del patio. Todavía no podía hacer que los conceptos "Bob Shea" y "muerte" encajaran en mi cabeza. Parecían tan absurdos como "redondel cuadrado" o "enano gigante". Como dijo Wittgenstein, algunos conceptos no pueden unirse en un pensamiento significativo.

 

Pensé en una tumba en Sligo, el salvaje oeste de Irlanda:

 

Eche una mirada fría

A la vida, a la muerte.

Caballero, siga su camino.

 

Pensé en la glorificación de Justice Shallow de la desenfrenada primavera de su juventud ("Jesús, los días salvajes que hemos visto") y la agridulce y discreta respuesta de Falstaff: "Hemos oído las campanadas de medianoche, maese Shallow". Nadie, excepto Orson Welles ha dado a esa línea el énfasis que merece... significa "nuestros festejos continuaron hasta muy tarde" (en una economía agrícola en la que la mayoría de la gente se iba a dormir con la puesta de sol), pero también significa "Nuestro día ha terminado: por delante sólo se encuentra el sepulcro".

 

Otro coche retumbó en mi calle, y la torcaza se quejó de la injusticia de la vida otra vez. Me volví anormalmente consciente de la Naturaleza verde y sexy al otro lado de la puerta de cristal que da al patio. Luego otro maldito coche ruidoso pasó a las carreras: un tipo que llegaba tarde al trabajo, tal vez.

 

En los primeros años, cuando Bob Shea y yo nos conocimos, el paisaje nunca había sido de pájaros, flores y árboles, sino el de un infierno de automóviles ruidosos. Nuestra amistad creció en Chicago, en medio del traqueteo de la industria, y el olor a sangre y mierda de los corrales: lo recuerdo como el purgatorio de asfalto de Dalí (o Daly). La amistad se estrechó cuando Bob y yo inhalamos la niebla de gases lacrimógenos durante la Convención Democrática de 1968, la que realizaron detrás de alambres de púas, porque el alcalde Richard P. Daly (no Dalí, definitivamente, aunque sus ideas a menudo sonaban surrealistas) decidió que no permitiría a los estadounidenses inmiscuirse en su propio gobierno.

 

Los manifestantes coreaban: "Uno, dos, tres, cuatro ¡No queremos tu puta guerra! Cinco, seis, siete, ocho: ¡Organizarnos para aplastar el Estado!" Otro bote de gas lacrimógeno estalló cerca y, con los ojos llorosos, Shea y yo corrimos por la Michigan, cortamos por una calle lateral, y evadimos la paliza recibida por aquellos que no pudieron correr tan rápido como lo hicimos nosotros. Si quieren saber qué pasó con aquellos más rezagados, no es necesario llamar a algún archivo para desenterrar el material fílmico de 1968; basta con ver nuevamente la cinta de Rodney King. Los policías disfrutan de los simples placeres animales, cosa que no ha cambiado mucho con el paso de las generaciones.

 

Recapitulé, bebiendo mi café, y revisé mi memoria: Shea y yo de hecho nos habíamos conocido hacía cosa de 30 años. En 30 años, un ser humano puede pasar desde los pañales y el primer triciclo, al primer orgasmo, e incluso a un doctorado. Puede aprender a trabajar en un empleo regular o aprender a mendigar en las calles, o cortejar a una pareja, casarse, y tener hijos, o unirse al ejército y perder una pierna en la guerra. La mayoría de los seres humanos en la historia, antes de 1900, no vivieron mucho más de 30 años. Una amistad que dura tanto, se convierte en algo más que una amistad. Consideraba a Shea como un miembro de mi familia.

 

Allá por el año ‘65, cuando Shea y yo empezábamos a trabajar para The Playboy Forum/ Foundation, desarrollamos el hábito de almorzar juntos. Pronto adoptamos la tradición de ir a un bar cercano después del trabajo cada segundo viernes (es decir: el día de paga), y beber una media docena de Bloody Marys mientras charlábamos sobre libros, películas y todos los asuntos importantes en materia de derecho civil y penal, lógica, filosofía, política, religión y ciencias alternativas – en la medida en que uno pueda distinguir entre estos dos últimos elementos. Por lo general, no podíamos trazar líneas entre esos dos temas o cualquiera de los otros, lo que explica por qué a ambos nos parecían tan estimulantes las ideas del otro, y por qué en nuestros años en el Foro de Playboy se discutieron nociones mucho más locas de las que se habían tratado antes, e incluso después.

 

Recuerdo nuestra serie ¿QUIÉN POSEE A ERIK WHITETHORN?, en donde hicimos públicos los reclamos de una mujer, la señora Whitethorn, que había demandado al gobierno por tratar de enlistar a su hijo Erik, de 18 años. Ella afirmaba que tenía la custodia de Erik hasta que cumpliera los 21 años, y que el gobierno no se lo podía quitar. Shea y yo dimos a ese caso toda la cobertura que pudimos, ya que queríamos que la gente realmente pensara si un joven de 18 años tenía la edad necesaria para manejarse por sí mismo, o debía responder a su madre, o al Pentágono.

 

Lamentablemente, Erik, como muchos otros jóvenes, no quería convertirse en una herramienta del idealismo de su madre, y finalmente terminó el debate al alistarse voluntariamente en el ejército. (El hijo de Madalyn Murray también se rebeló en contra de convertirse en un ariete de su asalto a la religión organizada.) Tuvimos que abandonar el debate después de que Erik se pusiera su uniforme y partiera a echar napalm a personitas de piel marrón. Me gustaría pensar que algunos lectores de Playboy de aquellos años todavía de vez en cuando se preguntan si los seres humanos se deben obediencia a sí mismos, a sus padres, o al que kafkiano y laberíntico Castillo de Cinco Lados en el Potomac. Debido a la permanencia de la magiak en el inconsciente colectivo, (sospecho que) la mayoría de las personas todavía piensa que el Castillo de Cinco Lados de Yog Sothoth literalmente es "dueño" de ellos y de sus descendientes, así como ellos piensan que le "debemos" dinero al IRS.

 

Sobre todo, en el Foro de Playboy, seguíamos las posiciones de la ACLU, que Shea y yo compartíamos apasionadamente (como lo hace Hefner, de lo contrario el Foro y la Fundación nunca hubieran existido), pero a menudo, como en el caso Whitethorn, íbamos un poco más allá y deslizábamos furtivamente algo de propaganda anarco-pacifista - nunca desde La voz de Playboy, por supuesto, sino como la voz de algún lector. Algunos de esos "lectores" más tarde llegaron a ser más conocidos por ser personajes de la trilogía Illuminatus! que coescribimos...

 

Entre mis pecados, introduje a Shea a la marihuana. Introduje a una gran cantidad de gente a la hierba por aquellos días. Yo lo hacía con un celo misionero, pero ahora que lo pienso, lo mismo le sucedía a un montón de otras personas de Playboy en esos días. Tal vez debería decir que ayudé a Bob a conocer la marihuana.

 

En una tonta y gloriosa ocasión echamos mano a un poco de una súper hierba de Tailandia y tuvimos la conversación más estúpida de nuestras vidas.

 

"¿Qué has dicho?" preguntó Shea, concentrándose intensamente, como si alguien preguntaba a Sócrates sobre el significado de la justicia...

 

Me enfrenté a ese enigma abismal pero, en medio de millones de nuevas sensaciones y una oleada de Visiones Cósmicas, olvidé la pregunta antes de que pudiera encontrar una respuesta a la misma. "¿Qué... qué... has... dicho?" pregunté lentamente, tratando de lidiar con el problema razonablemente.

 

"Te pregunté... uh..." Hizo una pausa para reconsiderar la gravedad del problema. "Eh, ¿qué acabas... eh... de preguntarme?"

 

Y así sucesivamente, durante lo que parecieron yugas hindúes o tal vez incluso kalpas. Esa noche inspiró las "islas de micro-amnesia" de Illuminatus! ¿Una noche similar habrá sido la inspiración del episodio de los comedores de loto en La Odisea?

 

Un viernes de paga, mientras Bob y yo estábamos en nuestro bar favorito consumiendo nuestros Bloody Marys habituales y engullendo nuestros usuales maníes tostados con miel, un sacerdote en una mesa cercana entabló una conversación. Pronto se había unido a nosotros y rápidamente creí entender por qué la conversación persistentemente viraba hacia el ideal platónico del amor verdadero entre los filósofos. Entonces hice una de mis bromas más desagradables. Dije que tenía que llegar temprano a casa, y dejé a Bob navegando por su cuenta. Media hora después llegué a casa y mientras me sacaba los zapatos, sonó el teléfono. Era Shea que, con asombro - como si alguien hubiera matado una cabra negra en la sacristía – me preguntaba "¿Crees que ese sacerdote era un homosexual?"

 

Admití que la sospecha había pasado por mi cabeza. "Tan alegre (gay, en inglés) como el Mardi Gras en Nueva Orleans," creo que le dije, en búsqueda de la mot juste.

 

"Dios mío", dijo Shea. "¿De verdad crees que sea posible?"

 

"Bueno, ¿qué fue lo que te hizo llamarme y preguntarme?"

 

"No dejaba de hablar acerca de cómo sólo los hombres intelectuales realmente puede amarse unos a otros".

 

Shea perdió bastante de esa ingenuidad sólo unos pocos meses después de eso, ya que una gran parte de nuestro trabajo en el Forum/Foundation involucró consultas al Instituto Kinsey. Considero este incidente como atípico, y espero que no haga parecer a Shea como alguien obtuso, incluso para esa época, hace casi 30 años (cuando la Iglesia negaba descaradamente todos los chanchullos sacerdotales y amenazaba a los medios de comunicación para que no informaran siquiera sobre los casos que llegaron a la corte). Pero esta aventura también tenía algo extrañamente típico de Bob Shea, al mostrar una especie de inocencia que, en ciertos aspectos, nunca perdió.

 

Shea, en ese momento - todavía joven, recuerden - probablemente no habría creído que el mismo Roy Cohn que hiciera toda una carrera echando fuera del gobierno a todo quien fuera homosexual, llevara una activa vida gay. A Shea le tomó mucho tiempo aprender cuánto engaño existe en este mundo, porque él mismo siempre actuó con honestidad. Él, consecuentemente, pensaba que los clérigos que predicaban el celibato eran célibes; durante el primer año de nuestra amistad, en 1965, aún creía que los políticos que se decían liberales pensaban y actuaban liberalmente.

 

De todos modos, ese encuentro con el sacerdote provocó el suficiente pensamiento profundo, en Shea y luego en mí, para que finalmente se transformara y quedara inmortalizado como el Padre Pederastia en Illuminatus!

 

En la época en que conocimos al sacerdote, Shea me dijo que había sido católico hasta los 28 años (si no recuerdo mal después de todos estos años ¿Tal vez dijo 27 o 29?) Aparte de su shock ante el pensamiento de los clérigos gays, no parecía como alguien recién escapado del control mental papista y nunca logré entender cómo había permanecido tanto tiempo en esa iglesia. (Habiendo salido del catolicismo a los 14 años, como James Joyce, yo asumía que toda persona inteligente la abandonaba alrededor de esa edad...) Shea nunca explicó por qué se quedó tanto tiempo, pero una vez me dijo, con amargos detalles, por qué finalmente la abandonó.

 

Su primera esposa, al parecer, se volvió totalmente loca poco después de la boda. Después de mucha agonía y consultas psiquiátricas, Bob finalmente aceptó el veredicto de que se había casado con una esquizofrénica incurable. Aquello resultaba ser más de lo que podía manejar, y buscando una anulación matrimonial, concordó a una reunión con un monseñor.

 

Para horror de Shea, ni las pruebas psiquiátricas ni ninguna otra prueba ni el propio derecho canónico de la iglesia en sí tenían algo que ver con la conversación del monseñor. El monseñor sólo quería saber cuánto dinero en efectivo Bob podría pagar por una anulación. Shea ofreció lo que podía permitirse como el hombre joven que era y que estaba comenzando en la parte inferior de la industria de las revistas, en una imitación barata de Playboy. El monseñor le dijo que fuera a casa y pensar seriamente en cómo recaudar más dinero contante y sonante. Fin de la entrevista.

 

Shea obtuvo un divorcio civil y nunca más volvió a entrar a una iglesia católica. Aún así, cuando lo conocí (sólo 5 o 6 años después de haber renunciado a la Iglesia) él consideraba al aborto como un acto criminal, y no sabía que existían sacerdotes gays. Aprendió mucho en los salvajes últimos años de la década del 60, y aprendió rápido. Su liberalismo estilo Kennedy fue rociado con gas pimienta y asesinado por las tropas de asalto de Daly y se convirtió en otro salvaje anarquista de mierda, como yo.

 

Recuerdo una noche que fumamos juntos (Bob y su segunda esposa, Yvonne, y Arlen y yo) y miramos Frankenstein Meets the Wolf Man en la televisión. Todavía pasaban publicidades de cigarrillos en esos días y una de ellas, esa noche, mostraba a dos actores que se parecían mucho a Ken y Barbie caminando en un bosque y pasando junto a una hermosa cascada. Mientras encendían sus cigarrillos, el eslogan decía: "Usted puede sacar a Salem del campo, pero no puede sacar al campo de Salem". Supongo que querían que hiciéramos la asociación "fumar Salems = respirar buen y fresco aire del campo". Tan pronto como terminó el comercial, Lon Chaney Jr. regresó a la pantalla y comenzó a sufrir de forma aguda (¿recuerdan sus ojos expresivos?) mientras se convertía en un lobo. "Usted puede sacar al hombre de la selva", dije con solemnidad de colocón, "pero no puede sacar a la selva del hombre". Al igual que la mayoría de mis ocurrencias de marihuana, aquella fue a caer por mi agujero de la memoria y la olvidé inmediatamente.

 

Imaginen mi sorpresa cuando ese complejo surrealista de ideas (Darwin/ hombre lobo/ Salems y todo), resurgió en llluminatus!. Shea no lo había olvidado.

 

Y otra noche vuelve a mí para empaparme en gratos recuerdos y pesar: el mismo cuarteto - Bob, Yvonne, Arlen y yo - todos colocados otra vez, en casa de Bob; entonces Bob, silenciosamente, puso un disco en su estéreo. En mi trance profundo de cannabis, todo lo que escuchaba me llegaba como sonido puro y maravilloso, un sonido tan rico como el de Beethoven, pero no lograba adivinar qué era lo que producía tal sonido. Por último, decidí que parecía más orgánico que instrumental.

 

"¿Las ballenas azules?" le pregunté finalmente. ("Songs of the Blue Whales" había alcanzado mucha popularidad en ese año.)

 

En respuesta Shea alzó la portada del álbum: El lenguaje y la Música de los Lobos. Él me había llevado a los reinos de música no humana, por cierto.

 

Como un famoso bardo escribió,

 

Los poemas son hechos por los tontos como yo

Pero sólo Dios hace el THC

 

En 1971, después de que finalizáramos llluminatus!, dejé Playboy en el medio de una especie de reajuste hormonal de la mediana edad. No lo entendí así en ese momento; acababa de decidir que no podía vivir la segunda mitad de mi vida como editor (léase: esclavo asalariado) que sólo escribía de vez en cuando; Tenía que convertirme en un escritor independiente de tiempo completo "o reventar".

 

Sin embargo, me convertí en un escritor de tiempo completo y reventé. El regateo con Dell Books para llevar a la impresión la ópera prima de Shea-Wilson duró cinco años (y luego la cortaron artificialmente en una trilogía, así que nunca sé si decir que Shea y yo escribimos un libro juntos o tres libros juntos.) Cinco años de pobreza se hacen tan largos como cinco años en la cárcel: pero esa es otra historia. Mientras Arlen, nuestros cuatro hijos, y yo deambulábamos buscando el lugar menos horrible para vivir como mendigos, comencé a cartearme con Shea casi todas las semanas. En Dell seguían nerviosos por la novela-monstruo: Illuminatus! se agotaba y volvía a la imprenta a pedido del público, para luego volver a agotarse y convertirse en todo un fenómeno y los dos nos transformamos en escritores "comerciales" (es decir, los editores nos pagaban avances más jugosos). Los dos también comenzamos a estar más ocupados, y a escribimos menos cartas - dos por mes o incluso a veces menos; pero durante 23 años nos escribimos sobre cada idea importante en el mundo y llenamos suficiente papel como para varios volúmenes. Espero que algo de eso llegue a ser publicado algún día.

 

Uno de nuestros principales temas de controversia en cuestión era la "realidad", que Shea consideraba como una palabra que denota algo concreto y externo para cualquier observador. Yo, como se aclara en mis libros, y este libro busca hacerlo aún más claro que antes, comparto la opinión de Husserl, Nietzsche, Korzybski y los deconstruccionistas: que "realidad", así como "ilusión", "arte", "drogado", "convencional", "normal", "anormal", "fantasía", "máscara", "alucinación", "la verdad detrás de la máscara", "la máscara detrás de la máscara", etc designa un juicio o evaluación por parte del observador y no tiene sentido, aparte de la transacción observador-observado.

 

Shea siempre pensó que esa visión conducía al solipsismo. Yo siempre afirmé que no. Ninguno de los dos pudo convencer al otro. Sin embargo, ambos hemos aprendido mucho al mantener este argumento durante más de dos décadas.

 

Pasamos una semana en Londres, cuando la versión teatral de Illuminatus! fue puesta en escena en el Teatro Nacional. Recuerdo que fuimos a la Torre de Londres, porque Shea quería verla. Él me habló sobre las mentiras y la propaganda de la versión de la historia según los Tudor, digeridas y transformadas en Richard III de Shakespeare. Yo admiraba la poesía en Shakespeare y consideraba a la historia como una de esas artes, al igual que la teología, en la que cualquiera puede demostrar lo que sea, al menos, para satisfacción de aquellos que quieran creer. Shea tomó un montón de fotos de los grajos, que ciertamente encajan el ambiente histórico de la Torre: aves que parecen haber surgido, no de la evolución, sino de Richard III - o de algún relato de H. P. Lovecraft.

 

Luego fuimos a la Abadía de Westminster y yo rendí homenaje a Ben Jonson, el hombre que inspiró algunos de mis delirios de nomenclatura dando a sus personajes nombres como Face, Waspe, Epicure Mammon, Fastidious Brisk y (la primera parodia de un fanático anti-tabaco) Zeal-of-the-Land Busy (quien tiene una línea genial sobre la espantosa posibilidad de que "el feroz cocodrilo podría haber meado" sobre las plantas de tabaco antes de ser cosechadas)

 

En cierto momento, nos topamos con el Palacio de Buckingham sin siquiera tener la intención de visitarlo. Dije en voz baja algo grosero acerca de la familia real. La Guiness Stout me resultó más memorable, y aún más real, y jugó un papel mucho más importante en mi siempre creciente amor por las islas británicas/irlandesas.

 

Cuando Playboy lo despidió, Shea soportó una terrible ansiedad por miedo a perder su casa, y escribió a los apurones el esbozo de una novela mientras salía a buscar otro trabajo. Vendió su primera novela antes de encontrar trabajo y ya nunca dejó de escribir. Aún atesoro su comentario sobre por qué el impero del Conejito lo despidió. "He trabajado duro y he sido leal a la compañía durante diez años", escribió. "Supongo que eso merece un castigo". Valoro eso como el mejor comentario que alguna vez haya escuchado acerca de la ética capitalista.

 

Cada vez que yo tenía una conferencia en o cerca de Chicago, Shea me invitaba a quedarme en su casa. Yvonne siempre se iba temprano a la cama y Shea y yo hablábamos y hablábamos y hablábamos durante horas, tal y como lo hacíamos durante los primeros años de nuestra amistad. Siempre sentí que a Yvonne no le gustaban los amigos literarios de Shea, pero nunca lo tomé como algo personal.

 

Y entonces, de repente, Yvonne lo dejó por un hombre mucho más joven, y no conozco (o realmente no quiero conocer) los detalles. Yo temía que Bob se derrumbase por la depresión, y compartí en la empatía del vertedero de residuos tóxicos que debe haber sentido a su alrededor, a sus 60 años, solo en una casa grande, y abandonado por un mujer que huyó con un joven semental que lo podría llamar "Abuelo". Tal vez proyecto demasiado de mí aquí. A mis 62 años, quizás vea en la desolación de Bob las ansiedades más profundas de todo hombre que envejece.

 

Oh, bueno, seamos caritativos con Yvonne: simplemente se fue de escena. Por suerte no Bobbitizó al pobre bastardo en su salida. Después de treinta años de feminismo radical, esto tal vez sea una muestra de decencia a la antigua.

 

Luego, en una fiesta pagana en la que ambos conferenciábamos, Shea conoció a Patricia Monaghan. Vi lo que pasó: una especie de magia, verdadero amor a primera vista. Pat dio a los dos últimos años de Shea un impulso transfinito con su amor y su alegría casi juvenil. El día antes de que entrara en coma, Bob se las arregló para casarse con Pat, a pesar de que aún no se había divorciado de Yvonne. Pienso en la boda como la última cosa que él podía hacer por Pat, y lo último que ella podía hacer por él. Así que Bob Shea murió bígamo, y lo respeto por eso. Siguió la luz interior (como dicen los cuáqueros) y actuó por amor.

 

Durante años, en muchos lugares - en Irlanda, en Alemania, en Cornwall, en Suiza, en la costa central de California - a menudo me encontré deseando que Shea pudiera visitarme para que viese esas vistas panorámicas tan maravillosas. A veces todavía siento eso, y me resulta difícil de entender que ahora nunca me volverá a visitar. Nunca.

 

Shakespeare creó la más poderosa línea de pentámetro yámbico en Inglés con esa palabra, repitiéndola cinco veces: "Nunca, nunca, nunca, nunca, nunca". Descubrí la cantidad de dolor que contiene cuando mi hija Luna murió. Ahora me doy cuenta de nuevo.

 

Todos los pájaros han volado y el patio se encuentra vacío. ¿Vacío? ¿Puede un viejo cabeza-de-ácido como yo realmente creer eso? Miro de nuevo y veo que todas las plantas y vides pulsan con apasionada vida, millones de células dionisíacas borrachas copulando. Empecé a recordar un verso de Dylan Thomas, pero no termino de rememorarlo: "La fuerza que a través del brote verde impulsa la flor, me vuelve---". Sonreí, recordando el ingenio de Shea. Una vez yo había escrito, en una de nuestras discusiones, "considero tu posición divertidamente rígida"

 

"Me alegro de que me consideres rígido", escribió en la contestación. "Muchas mujeres me han elogiado con el mismo piropo".

 

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