martes, 30 de octubre de 2012

FRAGMENTOS DE LA PRIMERA PARTE DE LA 'TRILOGÍA DEL GATO DE SCHRÖDINGER'


 
Por Robert Anton Wilson (1979)
 
Traducción: G. A. Mazzucchelli
 
 
 
La historia aquí relatada se desarrolla en varios universos paralelos en los cuales la mayoría de los políticos son ladrones y la mayoría de los teólogos son maniáticos. Dichos universos no tienen nada en común con el nuestro, por supuesto.

RAW
 
 
 
La mayoría de los terráneos tenían seis patas. Tenían disputas territoriales y políticas, guerras, y un sistema de castas. También poseían la inteligencia suficiente como para sobrevivir en ese planeta lejano e inhóspito durante varios billones de años.
 
Pero aquí no nos ocuparemos de la mayoría de los terráneos. Nos ocuparemos de una pequeña minoría - los primates domesticados que construyeron ciudades, escribieron sinfonías e inventaron cosas como los zapatos de tap y los cálculos integrales. Al momento de nuestra historia, estos primates se consideraban a sí mismos como Los Terráneos. La mayoría hexápeda y otras formas de vida de aquel planeta apenas entraban en sus pensamientos, en general.
 
Los primates domesticados de Terra se referían a la mayoría hexápeda con un nombre insultante. Les llamaban “bichos
 
Había una especie en Terra que vivía en ajustada simbiosis con los primates domesticados. Eran una variedad de caninos domesticados llamados perros.
 
Los perros habían aprendido a lograr una imitación tosca de la culpa, el remordimiento, la preocupación, y otros rasgos característicos de los primates domesticados.
 
Los primates domesticados habían aprendido a lograr imitaciones de la lealtad, la dignidad, la alegría, y otros rasgos característicos de los caninos.
 
Los primates afirmaban amar a los perros tanto como los perros los amaban a ellos. Sin embargo, los primates guardaban la mejor comida para sí mismos. Los perros advertían esto, puedo asegurárselos, pero amaban tanto a los primates que los perdonaban.
 
Un perro se hizo famoso. En realidad era un grupo de perros, pero eran célebres colectivamente con el mote de ‘Perro de Pavlov’.
 
El asunto con este perro de Pavlov es que él, ella, o ellos, respondían mecánicamente a un estímulo administrado mecánicamente. El perro de Pavlov hizo que varios primates domesticados, especialmente los científicos, pensaran que todos los comportamientos de los perros eran igualmente mecánicos. Eso les hizo reconsiderar a otros mamíferos, incluyéndose a sí mismos.
 
La mayoría de los primates ignoró este desafío filosófico. Siguieron en sus asuntos asumiendo que ellos no eran seres mecánicos.
 
Un primate llamado Albert Einstein fue ampliamente culpado por la implementación del armamento atómico. Incluso él mismo estaba de acuerdo con ésta opinión. Era pacifista, y sufrió terribles retorcijones de consciencia por lo que habían hecho con sus descubrimientos científicos.
 
“Debí haber sido plomero”, dijo Einstein justo antes de morir.
 
En realidad, el descubrimiento de la energía atómica fue el resultado del trabajo de cada científico, artesano, ingeniero, técnico, filósofo, e inventor que haya vivido sobre Terra. La utilización de la energía atómica como arma fue el resultado de cada una de las decisiones políticas tomadas desde el tiempo en que, por primera vez, los vertebrados comenzaron a competir por el territorio.
 
La mayor parte de los primates terráneos no comprendía la naturaleza múltiple de la causalidad. Tendían a pensar que todas las cosas tenían una sola causa. Este simple error filosófico estaba tan diseminado en el planeta que los primates tenían el hábito de darse, y darles a otros primates, más crédito del que merecían cuando las cosas salían bien. Esto los volvía terriblemente engreídos.
 
También se culpaban, y culpaban a otros, mucho más de lo que merecían cuando las cosas iban mal. Esto les confería un complejo de culpa del tamaño de un avión.
Algo común en los planetas primitivos, antes de alcanzar la comprensión de la causalidad cuántica.
 
La causalidad cuántica no fue comprendida en Terra hasta que los físicos resolvieron el acertijo del gato de Schrödinger.
 
El gato de Schrödinger nunca fue tan famoso entre las masas de primates como el perro de Pavlov, pero eso fue porque el gato era más difícil de entender que el perro.
 
El perro de Pavlov podía ser comprendido mediante metáforas mecánicas simples. Para comprender al gato de Schrödinger, primero necesitas entender las ecuaciones de las ondas cuánticas de probabilidad. Sólo unos pocos primates fueron suficientemente listos como para leer las ecuaciones, y ni siquiera ellos las comprendieron.
 
Esto es debido a que las ecuaciones parecían decir que el gato estaba muerto y vivo al mismo tiempo.
 
Cada personaje de esta novela parece un perro de Pavlov desde cierto ángulo. Sin embargo, si lo miras o la miras de otra manera, verás al gato de Schrödinger.
 
La mayoría hexápeda de Terra nunca fue consultada por los primates domesticados cuando se dispusieron a construir armas que podrían destruir toda la vida de ese mundo. Eso no era inusual. Los peces, los pájaros, los reptiles, las flores, los árboles, e incluso otros mamíferos, no tuvieron voz ni voto sobre este asunto. Ni siquiera los primates salvajes estuvieron involucrados en la decisión de producir dichas armas. En efecto, tampoco la mayoría de los primates domesticados tuvo opinión sobre la materia.
 
Un puñado de machos alfa, pertenecientes a las principales bandas depredadoras de primates domesticados, tomó la decisión por su cuenta. El resto del planeta - incluyendo a la mayoría hexápeda, que nunca estuvo implicada en la política primate - tuvo que afrontar las consecuencias.
 
Gran parte de los primates domesticados de Terra no sabía que eran primates. Se consideraban distintos y “superiores” al resto de los terráneos.
 
Benny había leído a Darwin una vez hacía mucho tiempo, en la facultad, y había escuchado sobre ciencias como la etología y la ecología, pero los factores de la teoría de la evolución nunca le quedaron realmente grabados. Nunca se veía a sí mismo como un primate. Nunca se percató de que sus amigos y socios eran primates. Y, principalmente, nunca comprendió que los machos alfa de Uniestado eran líderes típicos de los grupos de primates. Como resultado de esta inhabilidad de ver lo obvio, Benny se sentía constantemente alarmado y aterrorizado por su propio comportamiento, el de sus amigos y socios, y especialmente por el de los machos alfa de la manada. Ya que desconocía que esto era una conducta habitual de los primates, simplemente le parecía algo espantoso.
 
Y como gran parte de la conducta primate era considerada espantosa, la mayoría de los primates perdían casi todo su tiempo tratando de ocultar lo que hacían.
 
Algunos primates eran atrapados in fraganti por otros primates. Todos vivían en un constante temor de ser atrapados con las manos en la masa.
 
Aquellos que eran atrapados in fraganti eran llamados ‘unas mierdas’.
 
El término ‘unas mierdas’ era una expresión profunda de la psicología primate. Por ejemplo, un primate salvaje (una chimpancé), a quien dos primates domesticados (dos científicos) le habían enseñado un lenguaje de símbolos, espontáneamente utilizó los símbolos “científico” y “mierda” para describir a un científico que le desagradaba. Lo estaba llamando científico de mierda. También juntó los símbolos “chimpancé” y “mierda” para referirse a otro chimpancé que no le caía bien. Lo estaba llamando chimpancé de mierda.
 
“Eres una mierda” era una expresión que los primates domesticados usaban a menudo.
 
Esta metáfora era profunda en su psicología porque los primates marcaban su territorio con excrementos, y a veces se arrojaban sus heces entre ellos cuando se disputaban un área.
 
Un primate escribió un extenso libro que describía en vivos detalles cómo deberían ser castigados sus enemigos políticos. Los imaginó dentro de un enorme agujero en la tierra, entre llamas, humo, y ríos de mierda. Este primate se llamaba Dante Alighieri.
 
Otro primate escribió que todos los primates infantes pasan por una etapa en la que su preocupación principal es la biosupervivencia, es decir, la comida, o sea, la Teta de Mamá. La denominó la Etapa Oral. Continuaba diciendo que el infante pasa a la siguiente etapa al aprender la política mamífera, es decir, reconocer al Padre (el macho alfa), su Autoridad, y sus demandas territoriales. Llamó a esta fase, con una lucidez que pocos primates poseían, la Etapa Anal.
Este primate se llamaba Freud. Utilizó su propio sistema nervioso para examinar sus circuitos componentes, alterando periódicamente su estructura con neuroquímicos.
 
Entre los insultos anales que los primates domesticados intercambiaban cuando luchaban por su espacio, estaban: “Cara de culo”, “vete a la mierda”, “eres una mierda”, “métetelo en el culo”, y otros por el estilo.
 
Uno de los machos alfa más admirados en el Reino de los Francos fue el general Canbronne. El general Canbronne ganó este respeto por una respuesta que pronunció cuando se exigió su rendición en Waterloo.
 
Merde” fue la contestación del general Canbronne.
 
Cuando los primates iban a la guerra, o se ponían violentos, siempre se referían a hacer mierda al enemigo.
 
También hablaban sobre cagarse unos a otros.
 
Los primates que habían minado el Uniestado con bombas nucleares, querían hacer mierda a los otros primates con verdadera alevosía.
 
La guerra de Vietnam, al igual que la mayoría de las riñas primitivas, fue por el territorio. Los primates chinos, los primates uniestadenses, los primates con el tótem del Oso de las estepas, y varios primates locales del sudeste asiático, intentaban expandir sus egos totémicos-colectivos (territoriales) mediante la apropiación del sudeste de Asia. Si hubieran sido primates salvajes, habrían defecado en el área disputada y se habrían arrojado los excrementos entre ellos; pero tratándose de primates domesticados, excretaron tinta sobre papeles, y se arrojaron metal y químicos unos a otros. Esta fue una de tantas entre la serie de riñas territoriales sobre el sudeste asiático en las cuales, en un período u otro, estuvieron involucrados los primates alemanes, los franceses, los primates del tótem del Sol Naciente, y otras bandas depredadoras.
 
Ya que los primates uniestadenses, a semejanza de otros homínidos domesticados, no se consideraban a sí mismos como primates, explicaron todo esto mediante pilas y pilas de excreciones de tinta invocando a la Moralidad y la Ideología, las diosas gemelas de los simios domesticados. Básicamente, los primates que reclamaban para sí el sudeste asiático decían que era “bueno” continuar con la balacera y tomar todo lo que pudieran; los primates a quienes el sudeste de Asia les importaba un carajo, decían que aquello era “malo”.
 
La mayoría hexápeda de Terra nunca había desarrollado el idealismo o el cinismo, ni tenían pensamientos sobre el pecado o la corrupción. Poseían una perspectiva simple y pragmática. Su gente podía ser reconocida porque tenía seis patas. La buena gente olía bien y era parte de la misma colmena o colonia. La mala gente olía mal y no era parte de la colmena; debía ser devorada o expulsada.
 
Para ellos, las criaturas bípedas y cuadrúpedas no eran gente en absoluto, y se podían ir al infierno.
 
Los residentes cuadrúpedos de Terra eran, en su mayoría, igualmente simples. Su gente tenía cuatro patas. Las criaturas hexápedas eran comida, o no merecían ni la más mínima atención. Las criaturas bípedas eran peligrosas y debían evitarlas.
 
Entre todos los cuadrúpedos terráneos, solo los perros reconocían a los primates bípedos como gente.
 
Algunos de los primates también reconocían a los perros como gente.
 
Un décimo del uno por ciento de los primates domesticados reconocía como gente a todas las formas de vida del planeta.
 
La décima parte del uno por ciento de los primates que reconocía a los no-primates como gente, discrepaba violentamente entre sí sobre cualquier otro asunto. Cerca de un tercio de ellos eran místicos y sufrían de Daño Cerebral Permanente por culpa del ayuno, del yoga, o de otras prácticas masoquistas. Habían logrado comprender la Inteligencia de todos los seres vivos mediante la experiencia agónica-extática de la pérdida del ego alcanzada a través de sus excesos masoquistas. Hablaban sobre esta Inteligencia genética llamándola “Dios”, aseverando que era demasiado astuto como para cometer errores, e incidentalmente afirmando un montón de sinsentidos, también debido a sus excesos.
 
Otro tercio de los primates que reconocían la consciencia allí donde existiese eran científicos especializados en los terrenos de la etología, la ecología, la biofísica y la neurología. Hablaban una jerga técnica que casi nadie comprendía. La mayoría de ellos ni siquiera se comprendía el uno con el otro.
 
El último tercio de los primates que percibían la programación genética detrás de la evolución eran personas que habían ingerido ciertos químicos o vegetales extraños. Eran como aquellos denebianos ciegos que sentían el agua por primera vez al caerse al océano. Sabían que algo les estaba sucediendo, pero no estaban seguros de qué era aquello.
 
 



 

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